miércoles, 27 de mayo de 2009

Bombas en Londonistán

El 7 de julio de 2005 tres bombas estallaron en el subterráneo de Londres a las 8.50 AM y una cuarta, casi una hora después, en uno de los típicos colectivos rojos londinenses de doble piso. En total fallecieron 56 personas y más de 700 resultaron heridas. Quince días después, la paranoica policía inglesa -confundiéndolo con un terrorista- asesinó a quemarropa con 7 tiros en la cabeza a un brasileño que tuvo la mala suerte de tener el color de piel equivocado.
La imagen que muchas veces se tiene de Londres es de una ciudad donde uno encuentra de todo (y donde precisamente todo vale). Días grises sin sol, el Támesis con sus puentes, punks con y sin crestas, el cambio de la guardia real, sex shops, pakistaníes de largas barbas y turbantes, el Big Ben, locas fiestas electrónicas con drogas sintéticas del color que se desee, viejas con sombreros ridículos, pubs expediendo hectolitros y hectolitros de cerveza, olor a curry en el aire y un larguísimo etcétera. Por eso sorprende que los cuatro suicidas que provocaron la masacre no fueran inmigrantes recientes de algún ignoto pueblo tribal de Afganistán sino que, por el contrario, hubieran crecido en este Londres multicultural donde el 40 % de población queda fuera de la categoría "blanco teta británico" (La gran mayoría de ellos arribada desde las ex-colonias durante las décadas del '50 y '60 o sus descendientes). Si bien el proceso tuvo sus idas y vueltas, esta pequeña gran minoría se encuentra bastante integrada al sistema de consumo inglés. (Como muestra no basta un botón sino 10.000: la cantidad de agentes negros con que cuenta la policía inglesa).
¿And so? (¿Y entonces?)
¿Qué fue lo que motivó a Mohammad Sidique Khan (30), Shehzad Tanweer (22), Germaine Lindsay (19) y Hasib Hussain (18) a cometer lo que cometieron?
Bueno, resulta que muchas veces las corrientes subterráneas emergen violentamente como geyseres hacia la superficie y, tal cual describe el escritor Hanif Kureishi (Londres, 1954), mucha gente joven, criada en la Inglaterra secular, volvía a una forma de creencia que negaba los placeres de la sociedad en la que vivía. Su explicación para ello es que "Si la sociedad ya no te instala los valores, tu felicidad y tu placer dependen completamente de ti; tú tienes que trabajar y ganarte tus propios valores morales". Entonces, es más fácil caer en el islamismo radical con sus valores impuestos que crear tus propios valores.

Pero así como algunos reaccionan con violencia frente a la violencia, otros lo hacen de otra forma. Natty, un londinense hijo de madre africana y padre inglés, zafó por muy poco de una de las explosiones del atentado del 7 y estuvo cerca de donde asesinaron a Jean Charles de Menezes, el brasileño confundido con un terrorista. Impactado, volcó en la letra de una canción su relato muy personal de lo que le pasó en esos días. Nitin Sawhney, músico inglés descendiente de hindúes, le puso música a:

Days of fire

There's no more trains going that way /No hay más trenes yendo para allá
There's no more coming this way / No hay más trenes viniendo para acá
You better make your way home, son/ Será mejor que vuelvas con cuidado a casa, hijo
There's something going down in London/ Algo está pasando bajo Londres

(...)

Then it all went slow motion, everything slow motion / Entonces todo fue en cámara lenta, todo en cámara lenta
First came the flash of lights then the sound of explosion / Primero vino el flash de luces, luego el sonido de la explosión
And we're still in slow motion, we're still in slow motion / Y aún estamos en cámara lenta, aún estamos en cámara lenta


Se podrán escribir toneladas de palabras pero muchas veces es la música la que nos transmite mejor los sentimientos:

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